De no haber sido así, por qué hubieran invertido tanto oro en los templos, “si sabemos que con el oro del Vaticano” come todo el mundo, aseguró el Papa, chabacano antes de irse a dormir, conversando con sus custodios de turno.
Allegados al Sumo Pontífice se ponen la camiseta amarilla y comentan que en la época de la Inquisición era otra cosa, que ahí se sabía quién mandaba y quién no.
Mientras tanto, miles y miles de infieles, protestan por el gasto de más de 60 millones de dólares invertidos apenas en la seguridad papal y por los 2 millones destinados a la campaña contra el uso del preservativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario